martes, 27 de septiembre de 2022

Real Armería - Madrid


La Real Armería constituye una de las joyas del Patrimonio Histórico Español y es considerada como la más importante de Europa junto con la Imperial de Viena, tanto por el mérito de sus piezas como por la historia que otorga sentido a tal colección de armas, fundamentalmente de gala. 

La actual sede fue ordenada construir por Alfonso XII y concluida tras su muerte por la reina regente María Cristina de Habsburgo tras un incendio en 1884, que destruyó el antiguo edificio que la albergaba junto a las caballerizas. 

 Felipe II jugó un papel fundamental en su creación, ya que ordenó que no pudiera ser vendida a su muerte, vinculando de esta manera la colección a su hijo y a sus futuros sucesores. Esta decisión fue motivada, además de por constituir un conjunto de gran valor material, por ser una muestra de poder de la Casa de Austria y por contener las armas de su padre Carlos V, a quien Felipe admiraba. Son precisamente estas armas las que componen el núcleo principal de la colección, y que a su vez fueron heredadas de su padre, el rey Felipe I de Castilla, y de sus abuelos, el rey Fernando el Católico y el emperador Maximiliano I de Austria. 

 La colección abarca por tanto la totalidad del siglo XVI, periodo en el que Europa se encuentra en pleno Renacimiento y durante el cual la corona española ostentaba la primacía en la política del continente. Esta circunstancia permitió que los encargos se realizaran a los principales talleres europeos, situados fundamentalmente en el sur de Alemania y norte de Italia, ambos bajo el control de la corona española. 

 Los reinados de Felipe III y Felipe IV (1605-1621-1665) deben ser considerados como unos de los que reunieron uno de los conjuntos más importantes del siglo XVII. Es durante el reinado de este último cuando las armaduras comenzaron a perder la importancia de la que gozaban en épocas anteriores debido al avance de las armas de fuego, lo que acrecentó la colección de estas y de armas blancas, destacando las forjadas en la ciudad de Toledo. 

 Tras la llegada de la Casa de Borbón la colección continuó enriqueciéndose con armas personales, trofeos militares y regalos diplomáticos, y durante el siglo XVIII la villa de Madrid se convirtió en uno de los principales centros europeos de producción de armas de lujo; condición que iría despareciendo en el siglo XIX ante el auge de los centros vascos de Eibar y Placencia de las Armas. 

 Patrimonio Nacional

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